
Alabado sea Al-lah, Señor de los Mundos, y que la paz y las bendiciones sean con nuestro Profeta Muhammad, su familia y todos sus compañeros
Invitar a la gente a creer en Al-lah, Enaltecido sea, no se trata simplemente de dar sermones y exhortaciones, ni de presentar evidencias y pruebas. Es, más bien, un gran arte que requiere que el predicador posea un conjunto de cualidades y habilidades que le permitan llegar a los corazones y las mentes de las personas e influir positivamente en ellas.
Una de las cualidades más destacadas e importantes, que muchos pueden pasar por alto, es saber escuchar bien.
Escuchar no es simplemente un proceso pasivo en el que el oído recibe sonidos. Es, más bien, una habilidad activa que requiere presencia mental y emocional, una profunda comprensión de lo que se dice y la capacidad de analizar las palabras del orador y los sentimientos, pensamientos e impresiones que se esconden tras ellas. Un predicador que se destaca por su capacidad de escucha bien es un auténtico médico de corazones, capaz de diagnosticar la enfermedad de las dudas y los males, y recetar el tratamiento adecuado. Esto se debe, ante todo, a que escucha atentamente lo que sufre o piensa la persona a la que llama a creer en Al-lah. Esta cualidad fundamental es la clave para una comprensión profunda de los demás y la puerta de entrada para construir puentes de confianza y afecto, haciendo que la dawah sea más efectiva e impactante.
¿Cómo nos animan el Corán y la Sunna a adoptar esta cualidad, y cómo la aplicó el Profeta que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, en su dawah?
El Sagrado Corán enfatiza la importancia de escuchar y prestar atención a los demás, convirtiéndola en una característica de los creyentes contemplativos en diversos contextos. Al-lah, Alabado y Enaltecido sea, nos ordena escuchar el Sagrado Corán y prestarle atención cuando se recita, como dice: “Cuando el Corán sea leído, escúchenlo con atención y guarden silencio para que se les tenga misericordia”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 8:204].
Este mandamiento no se limita a escuchar únicamente la palabra de Al-lah; es un principio general que se aplica a toda conversación que requiera comprensión y contemplación. Escuchar aquí implica escuchar con todo el corazón y la mente, como debe actuar el predicador al dirigirse a la persona a la que invita al Islam. Al-lah, Enaltecido sea, también describió a quienes siguen el mejor discurso como quienes lo escuchan y luego lo siguen, como dice: “Albricia [¡oh, Muhámmad!] a Mis siervos que escuchan todo lo que se dice, pero siguen lo mejor [la palabra de Dios y Su Mensajero]. Ellos son los guiados por Dios, son los dotados de entendimiento”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 39:18].
Esto indica que escuchar bien es el primer paso hacia la comprensión, el discernimiento y el seguimiento. Esto es lo que el predicador necesita saber para cómo convencer a la persona a la que se le predica con argumentos y pruebas después de haber asimilado sus ideas
En cuanto a la noble Sunna profética, está repleta de numerosos ejemplos que resaltan la importancia de escuchar bien en la predicación. El Profeta, que la Paz y las Bendiciones de Al-lah sean con él, fue un modelo de escucha y atención al orador, independientemente de su estatus o posición. Cuando Utbah ibn Rabi'ah, de Quraysh, acudió a él para negociar con él ofreciéndole dinero, poder y mujeres para que detuviera su predicación, el Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, no lo interrumpió. En cambio, escuchó atentamente hasta que terminó. Luego, dijo: "¿Has terminado, ¡Oh, Aba al-Walid!?". Cuando dijo "Sí", el Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, le recitó el comienzo del capítulo 41 del Corán.
Este gesto demuestra su paciencia y escucha atenta, lo que impresionó al propio Utbah, cuando regresó a su gente y dijo: "¡Por Dios! he escuchado palabras como nunca había escuchado! ¡Por Dios! no es poesía, ni magia, ni adivinación".
Esta escucha completa le permitió al Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, comprender las intenciones de Utbah y responderle con certeza, despejando toda duda y aclarando el significado de su mensaje. La vida del Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, estuvo repleta de ejemplos que enfatizaron esta gran cualidad. Un ejemplo destacado es la historia del hombre que vino a preguntarle al Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, sobre la Hora. Continuó haciéndole preguntas mientras el Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, hablaba con sus compañeros. El Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, lo escuchó hasta que terminó su pregunta y luego le respondió con claridad: «Si se pierde la confianza, entonces espera la Hora». Esto demuestra el gran respeto que sentía por el orador y su atención.
La historia de la mujer que acudió al Profeta para reclamarle sobre su esposo y el hecho de que el Profeta la escuchara es el ejemplo más contundente de esto: «Bendito sea Aquel cuyo oído lo abarca todo. Escucho las palabras de Khawlah bint Tha'labah, algunas de las cuales se me escapan. Ella se queja de su marido al Mensajero de Al-lah, que la Paz y las Bendiciones sean con él, diciendo: «¡Oh, Mensajero de Alá! Él ha consumido mi juventud y le he traído hijos. Ahora que me he envejecido y he dejado de tener hijos, él se ha divorciado de mí. ¡Oh, Alá! me quejo ante Ti». No cesó hasta que Gabriel descendió con estos versos: “Dios oyó las palabras de quien reclamaba ante ti [¡oh, Muhámmad!] acerca de su esposo y se quejaba por su aflicción ante Dios, y Dios escuchaba su diálogo porque Dios todo lo oye, todo lo ve”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 58:01].
Esta escucha atenta no era simplemente una etiqueta refinada; era parte integral de su método de predicación. A través de la escucha, el predicador comprende las dudas y los temores que circulan en la mente de la persona llamada, así como las circunstancias que la rodean. Entonces, de esta manera, puede ofrecer los consejos apropiados, los argumentos convincentes y las medicinas efectivas.
Una buena escucha genera confianza entre el predicador y la persona llamada, abre canales de comunicación y hace que la persona llamada se sienta escuchada y comprendida, haciéndola más receptiva al consejo y la guía.
En conclusión, la calidad de escuchar bien no es simplemente una virtud moral; es una necesidad metodológica para el predicador de Al-lah, Enaltecido sea. El Corán y la Sunna enfatizan su importancia, y la biografía del Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, destaca sus aplicaciones prácticas en sus formas más maravillosas. El predicador que domina el arte de escuchar verdaderamente posee la clave del corazón y la mente. Es el más capacitado para comprender la realidad de las personas, reconocer sus necesidades y luego presentarles el mensaje del Islam con sabiduría y bellas palabras.
Es una cualidad que fomenta la comunicación efectiva, construye puentes de confianza y hace que la predicación sea más influyente y eficaz en alcanzar sus nobles objetivos.