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Blog entry by Sam Sam

Todas las alabanzas son para Al-lah, Señor de los Mundos y que la Paz y las Bendiciones de Al-lah sean con nuestro Profeta Muhammad, su familia y todos sus compañeros. 


El Sagrado Corán, como Palabra milagrosa de Al-lah y Su guía para toda la humanidad, no ha descuidado ningún aspecto de la vida humana sin aclararlo y ofrecer un enfoque sólido. Entre estos grandes aspectos a los que ha prestado especial atención se encuentra el llamado de los padres a sus hijos. Este llamado no es un simple consejo pasajero, sino una profunda guía divina que inculca los valores de la fe y la piedad, protege a los niños del mal y el desvío, y los convierte en pilares rectos en la construcción de la sociedad.

 
El Sagrado Corán relata las historias de profetas y mensajeros, y cómo dedicaron sus esfuerzos a guiar a sus hijos por el camino de la verdad, conscientes de que la rectitud de los hijos es una extensión de la rectitud de sus padres, y que ellos son su provisión en este mundo y en el más allá.
Estas historias no son solo cuentos entretenidos; son lecciones elocuentes y programas educativos integrales. Nos muestran cómo un padre puede ser un buen modelo a seguir, un educador exitoso y un firme defensor de inculcar la semilla de la bondad en el alma de sus hijos, utilizando todos los medios disponibles: sabiduría, buenos consejos, paciencia, guía y súplica constante. Es una gran travesía paternal, que comienza desde el nacimiento de un hijo y continúa durante toda la vida, con el objetivo de construir una generación fiel que lleve el estandarte de la verdad y difunda la bondad por toda la tierra.
La súplica de los padres a sus hijos es claramente evidente en la historia de Abraham, que la paz sea con él, el padre de los profetas y amigo del Misericordioso. Tras la vejez, cuando Al-lah le concedió a Ismael e Isaac, su felicidad no se limitó a tener hijos; su principal preocupación fue su rectitud y su adhesión a la religión de Al-lah.
Cuando construyó la Kaaba con su hijo Ismael, que la paz sea con ambos, no olvidaron suplicar a Al-lah, Enaltecido sea, por ellos y por sus descendientes, como se afirma en Su palabra: “¡Señor nuestro! Haz que nosotros nos entreguemos a Tu voluntad, y que nuestra descendencia también lo haga [como una nación de musulmanes]. [El Corán (traducción comentada) Isa García 02:128]
Esta súplica demuestra la magnitud de la preocupación de Abraham por la conversión de sus descendientes al Islam y para que fueran una nación musulmana sometida únicamente a Al-lah. Cuando Ismael y su madre Agar fueron colocados en un valle árido, él, la paz sea con él, dijo: “¡Oh, Señor nuestro! He establecido parte de mi descendencia en un valle árido de poca vegetación junto a Tu Casa Sagrada, para que, ¡oh, Señor nuestro!, cumplan con la oración. Infunde en los corazones de la gente amor por mi descendencia, y provéelos de todo alimento para que sean agradecidos.”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 14:37]
Aquí, su entusiasmo por establecer la oración entre sus descendientes es evidente, demostrando su preocupación por los aspectos espirituales y religiosos por encima de todo. Su gran piedad y entusiasmo por guiar a sus hijos se refleja en el consejo que les dio en su lecho de muerte, como se afirma en el Corán: “Y esto fue lo que Abraham y Jacob legaron a sus hijos: “¡Oh, hijos míos! Dios les ha elegido esta religión, y no mueran sin haber entregado su voluntad [a Dios]”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 02:132]
Esta recomendación exhaustiva resume la esencia de su llamado y su enfoque en el monoteísmo y la sumisión pura a Al-lah.
La historia de Luqman, el Sabio, en el Sagrado Corán es un ejemplo práctico del llamado de un padre a su hijo de una manera sabia y conmovedora.
Las exhortaciones de Luqman a su hijo fueron un enfoque educativo integral. Comenzó con el principio más importante de la religión, es decir, el monoteísmo, como se afirma en el Corán: «[Recuerda] cuando Luqmán exhortó a su hijo diciéndole: “¡Oh, hijito! No dediques actos de adoración a otro que Dios, pues la idolatría es una gran injusticia”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 31:13]
Aquí, comienza alertando a su hijo sobre el peligro del politeísmo, que es el mayor de los pecados y la raíz de todos los males. Luego pasa al aspecto de la supervisión divina, e inculca el valor de la fe en que Al-lah está al tanto de todo, sin importar cuán pequeño o diminuto sea, incluso si es del peso de un grano de mostaza, como dice Al-lah: “¡Oh, hijito! Sabe que aunque una mala acción fuera del peso de un grano de mostaza, y estuviera escondida bajo una roca o en [algún otro lugar de] los cielos o de la Tierra, Dios la sacará a la luz [y les preguntará por ella]. Dios es Sutil, y está bien informado de lo que hacen”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 31:16]
Esto eleva al hijo a ser consciente de la presencia de Al-lah y Su vigilancia en todo momento, luego lo dirige a establecer la oración, ordenar el bien y prohibir el mal, y ser paciente ante las calamidades, como dice: “¡Oh, hijito! Haz la oración, ordena el bien y condena el mal, y sé paciente ante la adversidad, porque esas son cualidades de la entereza”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 31:17]
Luego concluye su exhortación enseñándole a su hijo buenos modales y humildad, y advirtiéndole de la arrogancia y la vanidad, como dice: “No rechaces a la gente y no andes por la Tierra como un arrogante. Dios no ama a los presumidos ni a los engreídos. Sé modesto en tu andar y habla sereno, que el ruido más desagradable es el rebuzno del asno”. [El Corán (traducción comentada) Isa García 31:18]
Estas exhortaciones secuenciales de Luqman a su hijo son un ejemplo vivo de cómo un padre debe guiar a su hijo, combinando fe, moral y comportamiento.
La biografía del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones sean con él- nos brinda los ejemplos más maravillosos de cómo exhortar a los hijos al Islam. Aunque no tuvo hijos varones longevos, su trato con sus hijos, hijas, nietos y los hijos de otros musulmanes es la mejor evidencia de la importancia de este papel. Un ejemplo de esto es el consejo que le dio a su primo Abdullah ibn Abbas, que Al-lah esté complacido con ambos, cuando era niño, cuando le dijo: «¡Oh, jovencito! Te estoy enseñando algunas palabras: Ten en cuenta a Al-lah, y Él te protegerá. Ten en cuenta a Al-lah, y lo encontrarás ante ti. Si pides, pídele a Al-lah, y si buscas ayuda, pídele ayuda a Al-lah. Sepa que si toda la nación se uniera para beneficiarte, solo te beneficiarían con algo que Dios ya ha decretado para ti. Y si se unieran para hacerte daño, solo te dañarían con algo que Dios ya ha decretado para ti. Las plumas se han elevado y las hojas se han secado». Narrado por Ahmad. Este noble hadiz es un método educativo integral que infunde la confianza en Al-lah, profundiza la fe en el destino y protege el alma del apego a alguien que no sea Al-lah.
El Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, también pedía bendiciones y guía por sus hijos y nietos. Pidió por Anas ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, para que tuviera riquezas, hijos y una larga vida. Dijo: «¡Oh, Al-lah! Aumenta su riqueza y sus hijos, y bendícelo con él». Narrado por Muslim.
Esto demuestra la importancia de la súplica por los hijos.
También los guió hacia una moral noble, les enseñó buenos modales y los instó a obedecer a Al-lah y a Su Mensajero. Fue un buen ejemplo para ellos en todo asunto, pequeño y grande.
En conclusión, nos queda claro que el llamado de los padres a sus hijos no es una simple recomendación pasajera, más bien, una gran responsabilidad y un método educativo integral, orientado a formar una generación fiel, justa y reformadora, capaz de asumir dicha responsabilidad. Es un llamado que comienza con la inculcación del monoteísmo, pasando por los actos de adoración, la moral y el buen trato, hasta llegar a la súplica constante pidiendo por ellos guía y éxito.

[ Modified: Sunday, 28 September 2025, 5:53 AM ]