
Alabado sea Al-lah, Señor de los mundos, y que la paz y las bendiciones sean con nuestro Profeta Muhammad, su familia y todos sus compañeros.
La fe es lo más preciado que posee un musulmán. No es un estado inmutable; es como una planta que requiere cuidados y riego constantes para crecer y florecer.
En medio de las pruebas y desafíos de la vida, el creyente busca medios que mantienen su corazón en la verdad, aumentan su certeza y le acercan a su Creador. Las enseñanzas islámicas nos guían por caminos claros, entre los cuales los más especiales e importantes son:
la buena compañía, la búsqueda del conocimiento religioso, la realización de numerosos actos voluntarios de adoración y acercamiento a Al-lah, y la súplica a Él. Estos cuatro medios no son meras prácticas individuales, sino que constituyen un sistema integrado que forma una fortaleza inexpugnable para el creyente, ayudándolo a mantenerse firme en el camino de la verdad y fortalecer su fe y certeza.
La buena compañía es una de las mayores bendiciones de Al-lah para Su siervo. Es como un paraguas que protege al creyente del calor del sol y de los vientos de la tentación. Una persona sigue la religión de su compañero, es decir, la naturaleza humana se ve influenciada por quien toma como compañero y amigo.
Un buen compañero es aquel que te ayuda a obedecer a Al-lah, te hace recordar de Al-lah, te enseña la verdad, te apoya en tiempos difíciles, te prohíbe el mal y se apresura a hacerte el bien. El noble hadiz afirma que el Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
«El ejemplo de un buen compañero y uno malo es el de un vendedor de almizcle y un soplador de fuelle. En cuanto al vendedor de almizcle o hueles su fragancia, se lo comprarás, o encontrarás una fragancia agradable en él. En cuanto al soplador de fuelle, te quemará la ropa o encontrarás un olor desagradable en él». (Bujari y Muslim).
Quien se hace amigo de personas buenas y justas se beneficiará de su conocimiento, se verá influenciado por su rectitud y aumentará su determinación para realizar actos de adoración, y de esta manera, se eleva su fe.
El Profeta, que la paz y las bendiciones de Allah sean con él, se rodeaba de los nobles Compañeros, como Al-ah se lo había ordenado. Dijo, Enaltecido sea: “Reúnete con quienes invocan a su Señor por la mañana y por la tarde anhelando Su rostro. No te apartes de ellos buscando el encanto de la vida mundanal. No obedezcas a aquel cuyo corazón se ha olvidado de recordarme, sigue sus pasiones y actúa con negligencia”. [El Corán, traducción comentada, Isa García 18:28]
Ellos fueron su mejor apoyo en la difusión del mensaje y el mejor ejemplo a seguir en paciencia y firmeza.
La búsqueda del conocimiento islámico viene a ser un pilar fundamental para fortalecer la fe. El conocimiento es la luz con la que el corazón discierne los caminos de la verdad de la falsedad y permite al siervo comprender lo que su Señor pretende. El conocimiento de Al-lah, Sus nombres y atributos, el Último Día y lo lícito e ilícito disipa las dudas, fortalece la certeza y construye una fe firme basada en la comprensión, no en la imitación.
Dios ha elevado el estatus de los eruditos y buscadores de conocimiento en el Sagrado Corán, diciendo: “Sepan que Dios elevará en grados a los creyentes y a quienes agracie con el conocimiento”. [El Corán, traducción comentada, Isa García 58:11]
El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, alentó la búsqueda del conocimiento, diciendo: «A quien recorra un camino en busca del conocimiento, Al-lah le facilitará el camino al Paraíso». (Narrado por Muslim).
Un siervo cuanto más aumenta su conocimiento sobre su Señor y las normas de su religión, más crecerá en humildad, arrepentimiento, buenas obras y mayor será su fe.
Una de las razones más importantes para fortalecer la fe es aumentar los actos voluntarios de adoración y acercarse a Al-lah. Los actos obligatorios de adoración son la base, pero los actos voluntarios de adoración son los que acercan al siervo a su Señor y lo convierten en uno de Sus siervos más amados. Las oraciones nocturnas, el ayuno voluntario, la caridad, recordar frecuentemente a Dios y recitar el Corán fortalecen la conexión con Dios, aumentan Su amor por el siervo y llenan el corazón de recuerdo y gratitud hacia Él.
El hadiz qudsi afirma: «Mi siervo no se acerca a Mí con nada más querido para Mí que los deberes que le he encomendado. Mi siervo continúa acercándose a Mí con actos voluntarios de adoración hasta que lo amo. Cuando lo amo, soy su oído con el que oye, su vista con la que ve, su mano con la que golpea y su pie con el que camina. Si me pide, sin duda se lo daré, y si busca refugio en Mí, sin duda se lo concederé». (Bujari)
Esta cercanía trae paz y tranquilidad al corazón del siervo, algo que nada puede quebrantar. Y otorga bendiciones e iluminación a su vida. El Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, realizó muchas oraciones voluntarias, prolongó sus oraciones, permaneció despierto toda la noche hasta que se le hincharon los pies y ayunó con frecuencia. Todo esto demuestra la profundidad de su fe y su deseo de una mayor cercanía a su Señor.
Finalmente, la súplica y el ruego a Dios son medios vitales para fortalecer la fe. Son el espíritu de adoración y el arma infalible del creyente. La súplica expresa la necesidad del siervo de su Señor, su reconocimiento de Su perfecto poder y grandeza, y de que no hay poder ni fuerza excepto en Él. Cuanto más ora y suplica un siervo, más se apoyará en Dios, más confiará en Él y tendrá la certeza de que los tesoros de los cielos y la tierra están en Su mano. Dios, Enaltecido sea, dice: “Y si Mis siervos te preguntan por Mí [¡oh, Muhámmad!, diles] que estoy cerca de ellos. Respondo la súplica de quien Me invoca. [Entonces] que me obedezcan y crean en Mí, que así se encaminarán”. [El Corán, traducción comentada, Isa García 1:186]
El Profeta, que la paz y las bendiciones sean con él, suplicaba con frecuencia en todas sus circunstancias, en las dificultades y en la prosperidad, en las buenas y en las malas. Enseñó a sus compañeros diversas súplicas que los acercaban a Dios y fortalecían su fe.
La súplica abre las puertas de la misericordia y aumenta el sentimiento de cercanía a Dios, lo cual fortalece el corazón y la fe.
En conclusión, fortalecer la fe no es tarea fácil, pero es un camino bendito que merece esfuerzo y dedicación.
Mantener buenas compañías que nos ayuden a hacer el bien, ser diligentes en la búsqueda del conocimiento religioso que ilumine nuestra visión, realizar regularmente actos voluntarios de adoración que nos acerquen a Dios, y suplicar con insistencia, todo esto en conjunto forma un enfoque sólido e integral para fortalecer la fe y cimentarla en los corazones. Esto permite al creyente ser resiliente ante los desafíos, firme en la adhesión a la verdad y bendecido con la tranquilidad y la seguridad que solo se alcanzan mediante la cercanía a Dios.