
Alabado sea Al-lah, Señor de los Mundos, quien nos creó para adorarlo e hizo de la adoración la más honorable de las posiciones humanas. Que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con nuestro Maestro Muhammad, el Profeta, el Siervo y el Mensajero, con su familia y compañeros que siguieron su recto camino.
La adoración a Al-lah, Enaltecido sea, es el propósito de la existencia del ser humano. Al-lah creó los cielos y la tierra, envió a los mensajeros y reveló los libros. Al-lah, Enaltecido sea, dice: “No he creado a los yinnes y a los seres humanos sino para que Me adoren”. [Traducción comentada del Corán 51:56]. No es un mero ritual formal, sino una entrega completa a Al-lah con todo el corazón y los órganos del cuerpo, mediante la cual el siervo vive cada momento de su vida satisfecho y obediente al mandato de su Señor, libre de los caprichos del ego y del disfrute de este mundo.
La esclavitud es de dos tipos: la esclavitud general y coercitiva, compartida por toda la creación. Al-lah, Enaltecido sea, dice: “Todos los que habitan en los cielos y en la Tierra se presentarán sumisos ante el Compasivo.” [Traducción comentada del Corán 19:93]. Es la sumisión al decreto universal de Al-lah, del cual no hay escapatoria, como la enfermedad y la muerte. No le otorga al esclavo ningún mérito a menos que sea paciente y busque una recompensa.
En cuanto a la adoración voluntaria, es a través de ella que una persona alcanza la cima de su dignidad, cuando se somete voluntariamente a la Ley de Al-lah, obedece sus mandamientos y se aleja de sus prohibiciones. Al-lah, Enaltecido sea, dice: “¡Oh, seres humanos! Adoren a su Señor que los creó a ustedes y a quienes los precedieron, para que así alcancen el temor devocional de Dios”. [Traducción comentada del Corán 02:21]. Mediante esta servidumbre, el siervo antepone el amor a Al-lah a todo amor y Su complacencia a todo placer, como dijo el Profeta -que la Paz y las Bendiciones de Al-lah sean con el- dijo: “Ninguno de ustedes cree verdaderamente hasta que yo sea más amado para él que su padre y sus hijos". (Narrado por Al-Bujari)
Para alcanzar esta servidumbre, se necesitan dos pilares esenciales: amor absoluto a Al-lah y sumisión absoluta a Él. El amor exige que el siervo priorice complacer a Al-lah sobre sus propios deseos y siga Su ley en todo asunto, pequeño o grande, incluso si contradice los deseos personales o las tradiciones de la gente. La sumisión se demuestra obedeciendo las órdenes, abandonando las prohibiciones y sometiéndose al juicio de Al-lah sin duda, como dice Al-lah, Enaltecido sea: “Un verdadero creyente o a una verdadera creyente no deben, cuando Dios y Su Mensajero hayan dictaminado un asunto, actuar en forma contraria. Quien desobedezca a Dios y a Su Mensajero se habrá desviado claramente”. [Traducción comentada del Corán 33:36].
El camino a la servidumbre no está lleno de rosas. El Satanás tienta al siervo a seguir sus caprichos y a aferrarse a este mundo y sus encantos. El Corán advierte contra convertirse en esclavo de los propios caprichos y deseos, diciendo: “¿Acaso no reparas en aquel que sigue sus pasiones como si estas fueran una divinidad?" [Traducción comentada del Corán 45:23].
El Profeta -que la Paz y las Bendiciones de Al-lah sean con él- describió el estado de quien tiene el corazón apegado al dinero diciendo: "Miserable es el esclavo del dinar". Quien no libera su corazón para su Señor caerá prisionero del mundo y sus deseos.
Si queremos ver un ejemplo vivo de servidumbre pura, observemos a los profetas. Al-lah, Enaltecido sea, los describió con el título de "siervo" en sus situaciones más honorables. El Profeta Jesús, la paz sea con él, comenzó su discurso en la cuna diciendo: "En verdad, soy el siervo de Al-lah". Asimismo, Al-lah describió a nuestro Profeta Muhammad -que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él- como un siervo cuando le envió la revelación: “Entonces [Dios] le inspiró a Su siervo la revelación”. [Traducción comentada del Corán 53:10].
Este título no disminuyó su estatus; más bien, aumentó su honor, porque la servidumbre a Al-lah es la esencia de la verdadera gloria.
¡Oh, quien busca la felicidad y la salvación!
Dedica tu vida enteramente a Al-lah, como Él te ha ordenado: “Diles: “Mi oración, mi ofrenda, mi vida y mi muerte pertenecen a Dios, Señor del universo”. [Traducción comentada del Corán 6:162]. Así que no seas esclavo del dinero ni de este mundo, ni sigas tus caprichos. Sabe que la verdadera servidumbre es la que te libera de todas las ataduras de este mundo y te lleva a la complacencia del Señor, Glorificado sea.
¡Oh, Al-lah! Haznos entre Tus siervos justos, sinceros en palabra y obra. Concédenos la dulzura de la fe y mantennos firmes en el camino de la servidumbre hasta encontrarnos contigo. Y que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con nuestro maestro Muhammad, el Profeta, el Siervo y el Mensajero, con su familia y compañeros.