Lumaktaw patungo sa pangunahing nilalaman

Blog entry by Sam Sam

                                             (Resumen de una conferencia del sheij Abdul Razzaq Al-Badr)

En el nombre de Dios, el Más Misericordioso, el Más Compasivo, y que las bendiciones y la paz sean con nuestro maestro Muhammad, enviado como misericordia para los mundos, su familia y compañeros. Ahora bien, la adoración en el Islam no es sólo un ritual formal, sino más bien una esencia que conecta al siervo con su Señor y mejora sus condiciones en este mundo y en el más allá. Es una luz para los corazones, una tranquilidad y sosiego para las almas y un camino para alcanzar la felicidad y la estabilidad.

La adoración en el Islam incluye todo lo que Dios ama, desde las palabras y los hechos, tanto aparentes como ocultos, y es el propósito para el cual Dios creó al hombre, como dijo Altísimo sea: “No he creado a los genios y a los seres humanos sino para que Me adoren”. Corán (51:56). Dios envió a todos los mensajeros para lograr este objetivo. Les ordenó llamar a la gente al monoteísmo y a la adoración a Dios, y a evitar el politeísmo. La adoración no se acepta excepto con dos condiciones: lealtad a Dios Altísimo sea y seguimiento completo de la Sunnah del Profeta, que Dios lo bendiga y le conceda paz. Quienquiera que busque hacer algo que no sea la complacencia de Dios o vaya en contra de la guía del Profeta, sus obras no son válidas, como dijo Dios, Altísimo sea: “[Ese día] reduciré todas sus obras a polvo disperso en el aire.” Corán (25:23).

Dios ha dejado claro en Su Gran Libro los grandes efectos que resultan de los actos de adoración. Quien teme a Dios, establezca la oración, pague el zakat, ayune Ramadán y realice el Hajj, Dios le abrirá las bendiciones del cielo y de la tierra, guiará sus pasos y facilitará sus asuntos, como Dios dice: “Sepan que a quien tenga temor de Dios, Él le dará una solución, y le dará sustento de donde no lo esperaba.” Corán (65:2-3). La oración es el pilar de la religión, prohíbe la indecencia y el mal y purifica el corazón de la inmundicia. El zakat aumenta el dinero y fortalece los lazos sociales enriqueciendo a los pobres y satisfaciendo sus necesidades.
En cuanto al ayuno, es una escuela de piedad, debilita los deseos del alma y recuerda al rico el hambre del pobre, impulsándolo a dar caridad y hacer el bien. El Profeta, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, lo convirtió en un camino a la castidad y dijo: "Quien de ustedes tenga los recursos físicos y financieros para casarse, debe hacerlo, porque ello lo ayuda a uno a recatar su mirada y guardar sus partes íntimas; y quien no pueda casarse, debe ayunar, pues el ayuno disminuye el deseo sexual" (Narrado por Al-Bujari). Durante el Hajj, se combina el culto financiero y físico, y los musulmanes recuerdan el Día de la Resurrección, por lo que cooperan en la rectitud y la piedad, y se purifican de los pecados, para volverse como el día en que sus madres los dieron a luz.
La adoración tiene un gran impacto en el refinamiento de la moral. Quien protege a Dios en tiempos de prosperidad, Dios lo protegerá en tiempos de adversidad, como en el hadiz de Ibn Abbas, que Dios esté complacido con ambos: “Protege a Dios, que Dios te proteja.” (Narrado por Al-Tirmidhi). Ayuda al musulmán a superar las dificultades y lograr una buena vida para él, como dijo Dios: “Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederé una vida buena y le multiplicaré la recompensa de sus buenas obras.” Corán (16:97).
Conclusión:
La adoración en el Islam no es sólo una celebración formal. Más bien, es el secreto de la felicidad del musulmán en este mundo y en el más allá. A través de ella, los pecados son perdonados, las calificaciones se elevan y el siervo logra una servidumbre pura hacia su Señor. Pedimos a Dios que nos ayude a adorarlo tal como desea y que acepte nuestras obras.
Que las bendiciones y la paz de Dios sean con nuestro Profeta Muhammad, su familia y compañeros.

Notas de pie:
Corán (51:56)
Corán (25:23)
Corán (65:2-3)
Hadiz: Narrado por Al Bujari
Hadiz: Narrado por Al-Tirmidhi
Corán (16:97)