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المشاركات المكتوبة بواسطة Sam Sam

Alabado sea Al-lah, Señor de los Mundos, y que la paz y las bendiciones sean con el más noble de los profetas y mensajeros, nuestro Profeta Muhammad, y con su familia y compañeros. 

La da´wa es una de las tareas más nobles y sublimes, y es el legado de los profetas y mensajeros. Esta gran misión no es simplemente un llamado o comunicación superficial, sino un proceso de construcción y transformación. Requiere que el predicador esté a la vanguardia de quienes cambian y se desarrollan. El desarrollo personal del predicador no es un lujo, sino una necesidad religiosa y metodológica impuesta por la naturaleza en constante evolución de la da'wa y los desafíos cambiantes de nuestro tiempo.

El predicador que no se esfuerza por desarrollarse intelectual, práctica y éticamente es como un aguador que no tiene con qué saciar la sed de la gente, o como un soldado que lucha con armas obsoletas.

La continuidad y la eficacia de la da'wa dependen del aprendizaje constante del predicador, la adquisición de nuevas habilidades y la renovación de su comprensión de la religión y la realidad. Esta búsqueda constante de superación y desarrollo es lo que le permite al predicador responder las dudas, afrontar los desafíos y presentar el Islam en su forma tolerante y radiante, adecuada para cada tiempo y lugar.

 

El Sagrado Corán enfatiza la importancia de incrementar el conocimiento y la comprensión, que son el fundamento del desarrollo personal. Al-lah, Enaltecido sea, dice, ordenando a Su Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) que buscara más conocimiento: "y di: "¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento". [El Corán, traducción comentada, Isa García 114:20].

 Este mandato al Profeta indica que la búsqueda del conocimiento y el desarrollo de la comprensión son ilimitados y una obligación continua para el creyente en general, y para el predicador en particular. El predicador necesita una sólida base en jurisprudencia islámica para comprender verdaderamente la religión, conocimiento de la actualidad para dirigirse a las personas adecuadamente, y diversas ciencias y habilidades para transmitir eficazmente su mensaje.

 

Además, el Sagrado Corán elogia a los eruditos y eleva su estatus, lo cual motiva la búsqueda y adquisición del conocimiento. Asimismo, el Corán señala la importancia de la contemplación y la reflexión. Esta contemplación es en sí misma un proceso de desarrollo personal, ya que cultiva la mente, amplía la comprensión y fortalece la fe, como en el versículo: “Dile: “¿Acaso son iguales los que tienen conocimiento y los que no tienen conocimiento?” Solo reflexionan los dotados de entendimiento”. (El Corán, traducción comentada, Isa García 39:9), una clara invitación a buscar el conocimiento y aumentarlo.

 

En cuanto a la noble Sunna, esta insta a la búsqueda y adquisición del conocimiento, convirtiéndolo en una obligación para todo musulmán. El Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) dijo: «Buscar el conocimiento es una obligación para todo musulmán». (Sahih al-Jami'). Esto incluye el conocimiento religioso, que dota al predicador del conocimiento de las normas de su religión, y el conocimiento mundano, que le ayuda a comprender su realidad y a dirigirse a las personas en el lenguaje de su tiempo. El Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) también animó a sus compañeros a aprender y desarrollar diversas habilidades. Por ejemplo, le instruyó a Zayd ibn Thabit para que aprendiera siríaco para poder traducirle las cartas hebreas, diciendo: «Oh, Zayd, aprende la escritura hebrea por mí, pues, por Dios, no confío mis escritos a los judíos». (relatado por al-Tirmidhi). Esto demuestra la importancia de adquirir habilidades lingüísticas y otras destrezas que sirven a la invitación al Islam.

 

Su llamado no se limitaba al conocimiento teórico, sino que también incluía aspectos prácticos y basados ​​en habilidades. Esto, en sí mismo, constituye un desarrollo personal que se adapta a las necesidades de la predicación.

En la vida del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él), encontramos los ejemplos más claros de un predicador que se desarrolla a sí mismo. Él (la paz y las bendiciones sean con él) aprendía y se adaptaba constantemente a las diferentes circunstancias. En La Meca, la predicación se basaba en transmitir el mensaje, explicar la verdad y soportar con paciencia el sufrimiento. En Medina, los métodos de predicación cambiaron e incluyeron la construcción del estado, el establecimiento de la comunidad, la firma de tratados y la preparación de ejércitos. Todo esto requería liderazgo, habilidades administrativas y políticas que no eran tan necesarias en el período mecano. Esta adaptación y desarrollo en el desempeño de su papel evidenciaban su desarrollo personal para adecuarse a cada etapa. El Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) también enseñó y guió a sus compañeros, lo cual fue en sí mismo un proceso de desarrollo personal. Aprendió de ellos, interactuó con ellos y les enseñó liderazgo, da'wah y habilidades interpersonales. Los envió a diversas regiones, brindándoles orientación para ayudarlos a cumplir sus misiones. Esto demuestra su interés en desarrollar sus capacidades de da'wah, como en la historia de Mu'adh (que Dios esté complacido con él) cuando lo envió a Yemen: «Vas a un pueblo de la gente del Libro». (relatado por Al-Bujari). El Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) no estaba aislado del mundo; al contrario, estaba abierto a las experiencias de los demás, siempre que no contradijeran la ley islámica. Por ejemplo, durante la Batalla de la Trinchera, escuchó la sugerencia de Salman al-Farisi (que Dios esté complacido con él) de cavar una trinchera, una idea desconocida para los árabes (como se registra en la biografía de Ibn Hisham). Esto muestra su apertura a nuevas ideas y su compromiso con el desarrollo de métodos para alcanzar el objetivo final. El desarrollo personal del predicador es fundamental para el éxito y el impacto duradero de la da'wah. Un predicador que deja de desarrollarse, en realidad, deja de crecer y, por consiguiente, deja de predicar con eficacia. Por lo tanto, todo predicador debe hacer del aprendizaje continuo, la adquisición de nuevas habilidades y la renovación de su comprensión una parte integral de su misión, para que siempre esté a la vanguardia de quienes llevan la bandera de la guía y la luz al mundo.